1. INTRODUCCIÓN
Sólo por aquello de que " la Historia la escriben los vencedores" puede explicarse que la segunda batalla de India Muerta ( 27 de marzo de 1845), y sus ulteriores, haya sido siempre soslayada en nuestra historiografía oficial. En el marco de la Guerra Grande, Fructuoso Rivera, quien gustaba ser tenido por un oriental liso y llano, llega a India Muerta, con su ejército colorado-unitario, urgido de triunfar, para descomprimir la presencia del ejército de Manuel Oribe en campaña y para oxigenar al gobierno "de la Defensa", encerrado en Montevideo desde las fuerzas blanco-federales sitiaran la ciudad, en 1843, tras la acción de Arroyo Grande. Él es consciente de esa presión y por eso sus horas previas a aquel día nefasto estuvieron impregnadas de dramatismo, aunque se cuidó muy bien de no transmitirle esa sensación a la tropa. Y pierde, lo que transitoriamente lo saca del conflicto y va creando condiciones que repercutirán en el proceso histórico del Uruguay durante largo tiempo.
¿Y por qué dar batalla en India Muerta y no en otro lugar? Buscando respuestas: porque era un terreno que conocía muy bien, en proximidades de la estancia "La Tuna", de su amigo Francisco de los Santos (no el chasque artiguista, sino el otro, el que fue alcalde ordinario de la villa de Rocha), donde se sentía como en su propia casa y donde, cuentan, solía llegar cada tanto. Y, seguramente, por la cercanía de este territorio con el Brasil, lo que facilitaría las cosas al momento de ser necesario obtener refugio, atento a la afinidad de Don Frutos con los imperiales.
Fructuoso Rivera Manuel Oribe
2. UN ESCENARIO TRÁGICO.
India Muerta es un nombre que se repite en la geografía y en la historia del departamento de Rocha. En la vastedad territorial que encierran estas dos palabras, hay lugar para un arroyo, un bañado, una cuchilla y, en los tiempos modernos, hasta una presa.
Nombre de un pago de leyendas y, él mismo, de leyenda. Denominación de uso corriente desde los siglos XVII y XVIII.
De manera singularísima India Muerta tuvo dos capítulos, en lo que a batallas se refiere, separados uno del otro por casi treinta años, en la primera mitad del siglo XIX. El protagonista común a ambas acciones militares fue Rivera, derrotado una y otra vez.
En el paraje El Higuerón, entre los arroyos India Muerta y Sarandí de La Paloma, el entonces teniente de Artigas resulto vencido por las fuerzas portuguesas invasoras de la Banda Oriental, al mando del mariscal Pinto, el 19 de noviembre de 1816. Con el camino expedito, Carlos Federico Lecor avanzó sobre Montevideo, aún cuando Juan Antonio Lavalleja, Fernando Otorgués y el propio Rivera lo hostilizaron hasta las propias puertas de la capital.
Exactamente 28 años y 135 días después, el 27 de marzo de 1845, el ahora general Rivera selló su destino militar y dejó toda la campaña oriental en manos de su adversario, Brigadier General Manuel Oribe, en el mismo lugar geográfico, cayendo derrotado a manos del caudillo entrerriano Justo José de Urquiza. Eran tiempos de la llamada Guerra Grande, periodo histórico complejo y no siempre entendido.
Justo José de Urquiza
3. EL MARCO HISTÓRICO
Entre los años 1830 y 1890, el Uruguay vivió en una permanente inestabilidad política y económica. Nuestro país estuvo caracterizado, hasta los primeros años del siglo XX, por el enfrentamiento armado entre los dos bandos o divisas, después partidos tradicionales, Colorado y Blanco o Nacional. Estas luchas fueron llamadas, genéricamente, "guerras civiles". La más extensa de ellas fue la Guerra Grande, dividida en dos periodos: 1839 - 1843 y 1843 - 1851.
Los primeros gobiernos constitucionales se enfrentaron con una situación socio-económica no contemplada por la Constitución primigenia, donde las dicotomías campo-ciudad, doctor-caudillo, civilización-barbarie, trajeron aparejados enfrentamientos de índole comercial que aparecían como meras cuestiones personales o caudillescas. Estos estuvieron determinado, en todo momento, por la presión de Brasil, Argentina, Francia e Inglaterra. Las respectivas escuadras apostadas en el Río de la Plata tenían como misión sofocar o promover enfrentamientos, de los que siempre buscaban ventajas comerciales o económicas.
De esta forma los conflictos "locales" se transformaban en verdaderas guerras internacionales. A su vez, los caudillos estaban vinculados con sectores económica e ideológicamente afínes a los países limítrofes. los blancos de Manuel Oribe con los federales de Juan Manuel de Rosas, los colorados de Fructuoso Rivera con los unitarios argentinos. Esa diferencia ideológica desencadenó la Guerra Grande, pero podemos encontrar también como causas de este , como lo presentan algunos autores: la lucha del nacionalismo americanista contra el imperialismo europeizante, o la confrontación de la civilización con la barbarie. A todo esto, las dos potencias coloniales del siglo XIX, Francia e Inglaterra, se introducían en los asuntos internos del Río de la Plata y de Brasil, para lograr el control de la actividad comercial. Los centros industriales europeos necesitaban materias primas (carne, cuero y lanas) y las tensiones sociales tenian como válvula de escape la emigración ¿Dónde se podían satisfacer todas esas necesidades? En América y, sobre todo, en el Río de la Plata. Las oligarquías autóctonas (latifundistas y comerciantes) aceptaban tal estado de cosas, pues respondía muy bien a la situación, a sus intereses, por ser ellos también importantes productores. Además como las incipientes artesanías nacionales aún no se habían transformado en verdaderas industrias, resultaba conveniente, para satisfacer las necesidades del consumo, abrir las puertas del Río de la Plata y la navegación hacia el interior (ríos Paraná y Paraguay).
Juan Manuel de Rosas Bernardino Rivadavia, presidente de Argentina
Promotor de la ideología unitaria
Dichos puertos recibían mercaderías europeas, favorecidas por el liberalismo económico, manifestado a través de la ausencia de trabas aduaneras y, cuando Juan Manuel de Rosas insinuó aplicar estas trabas desde su gobierno en provecho de su sector estanciero - saladeril, los imperialismos promovieron movimientos sediciosos contra el mismo. En esencia, la Guerra Grande fue la gran lucha de los sectores económicos para obtener la supremacía de sus intereses. Además de, en expresión de Juan E. Pivel Devoto, "un drama íntimamente ligado a la configuración de las nacionalidades de la Cuenca del Plata".
JUAN PIVEL DEVOTO es acaso el historiador uruguayo más significativo del siglo XX.
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