miércoles, 3 de septiembre de 2014

INDIA MUERTA, 1845 (y IV )

8. RUMBO A YAGUARÓN

      A diferencia de lo ocurrido en 1816, donde Lecor fue hostigado hasta las puertas mismas de Montevideo, en esta ocasión Rivera debió salir precipitadamente del campo de batalla. En su huida, cuando pasó por La Mariscala con él sólo iban ocho personas, de las más de doscientas que le siguieron desde India Muerta, buscando el Paso de las Piedras del río Yaguarón, para ganar el Brasil. 
      
      Informa Lepro que "Dionisio Coronel le persigue sin darle alcance. Quien se retrasaba porque se le cansaba el caballo u otra circunstancia cualquiera era lanceado sin piedad por el enemigo, dispuesto a terminar con Rivera esta vez. En la madrugada del 6 de abril han podido dormir un poco, junto al ansiado Paso de las Piedras; hace días que no descansan y no pegan los ojos. Todavía no bien aclarado se siente el galope de las gentes del Coronel y es de tal manera apremiante el trance que han de salir desnudos y corriendo, derecho al lagunón cerca del paso, y bracear hasta la orilla brasileña donde la guardia está alerta, alarmada por el tropel, los tiros y los gritos. A medida que iban saliendo al otro lado estos adanes que tiritaban en el fresco de la mañana, la guardia brasilera los hace formar, de manera desconsiderada. Los milicianos chacotean con la figura de los refugiados al punto que Rivera, sin cuidarse de su apariencia extraña y cómica, le dice al Oficial: ` Soy el jefe de esta fuerza y si no se me respeta pasaré al otro lado a hacerme matar por mis enemigos` La natural dignidad de su acento,  primero,  y alguien que lo identificó, luego, hicieron cambiar las cosas y a los que antes se reían sobrecógelos un sentimiento de asombro: ¡estaban en contacto con el famoso Frutos Rivera!"

Paso de las Piedras del río Yaguarón


9. JUBILO EN EL CERRITO

      Francisco Solano Antuña, en "Diario del sitio", edición del 13 de abril de 1845, estampó la breve crónica que sigue: "Esta noche hubo salva en el Cerrito, cohetes en el Cuartel General y en todas partes: iluminación general y espontánea en todas las casas. Y todo por haber llegado chasque de haber sido prisionero el Pardejón. En medio de este júbilo universal, díjose, y lo dijo el Sr. Presidente Oribe, que el Pardejón habia sido sorprendido, batido y despojado de todo cuanto tenía: que a pie, se arrojó con siete hombres al Yaguarón, pero que lo seguían de cerca, al Brasil, y no se escaparía. Averiguado está que el Pardejón, fue sorprendido el día 6, sobre el Paso de las Piedras del Yaguarón, que se le tomó cuanto tenía, y que con 7 hombres, desnudo, pues que dormía, atravesó el río. De aquel lado lo recibió la guardia brasilera, y se lo llevó, a pie, dicen, a vista del Comandante Coronel, Don Dionisio."

10. CELEBRACIÓN EN BUENOS AIRES

      En Buenos Aires, donde llegó la noticia el último día de marzo, se celebró el triunfo de Urquiza en India Muerta con grandes fiestas. Proliferaron los fuegos artificiales, descargas, iluminación, embanderamientos y manifestaciones callejeras con música. Una columna de cuatro a cinco mil personas llegó a Palermo. Iban diputados, jueces, funcionarios. Rosas no se presentó a recibir su homenaje y fueron atendidos por Manuelita, su hija.

      Una publicación afín a don Juan Manuel subrayó: "De esta vuelta creemos que Rivera está definitivamente liquidado; juntó 4000 hombres y se vino contra Urquiza - fuerte de 3000 plazas más o menos-  y lo atropello para barrerlo en India Muerta, unas cuarenta y tantas leguas de Montevideo, el 27 de marzo.  El ejercito de Operaciones federal destripó a los riveristas; más de 1000 hombres dejó muertos en la batalla.Todo el parque, banderas y desertores quedaron en manos de Urquiza. La persecución fue famosa y el pardejón tuvo que disparar hacia Brasil, apurado en tiempo y en pavura. Con esta derrota la situación de los sitiados en Montevideo se puso más difícil que nunca.


11.DESPUÉS DE INDIA MUERTA.

      a) Ocaso militar de Fructuoso Rivera: India Muerta apagó para siempre la estrella rutilante de Rivera en campaña. Aunque retorno en 1846, ya no pudo reorganizar totalmente sus poderosas fuerzas. Dice Julían Marías que: " lo mismo que una edad significa una cierta altura de la vida, una época no es otra cosa que una cierta altura de los tiempos". Apropiándonos del concepto del pensador español, a esa altura de la vida y de los tiempos llegó para el caudillo la época de su declinación. Aunque, en honor a la verdad, debe admitirse que la decadencia de su liderazgo nunca llegó a ser total.

      b) Destitución y destierro de Rivera: El 10 de agosto de 1845, la Defensa de Montevideo declaró cesante a Don Frutos en su cargo de general en jefe del Ejército Nacional y comunicó al gabinete imperial de Brasil que no debía dejárselo retornar. El enfrentamiento entre el caudillo y los "dotores" se concretó y de ahí en adelante, en forma definitiva y más allá de algunos altibajos, la conducción de la cosa pública la ejercerán  los hombres de la Defensa: Manuel Herrera y Obes, Andrés Lamas, Melchor Pacheco y Obes, Joaquín Suárez y César Díaz, los más notorios y visibles.

      c) Toda la campaña en manos blanco-federales: Fuera de acción el general Rivera, las fuerzas de Oribe pasaron a controlar todo el interior, quedando solamente Montevideo en poder de la alianza colorado-unitaira, con apoyo de las escuadras de Francia e Inglaterra y la incorporación de los legionarios italianos al mando de Giusseppe Garibaldi.

       d) Acentuación de la federalización del territorio nacional: Después, y como consecuencia, de India Muerta, en el gobierno de Oribe, que desde el llamado Sitio Grande establecido en el Cerrito hostigaba a Montevideo, se resolvió agregar la frase "¡Mueran los salvajes unitarios!" al lema oficial "Defensores de las leyes".

      e) Ominosos tratados firmados con Brasil: Con Montevideo sitiada tras sus murallas y Rivera derrotado en India Muerta, en su último intento de organizar un ejército en el interior, la suerte de la capital oriental parecía estar decidida. Fue, sin embargo, la diplomacia de "La Nueva Troya", al decir de Alejandro Dumas, la que dio vuelta el curso de los acontecimientos.
         Manuel Herrera y Obes, canciller del gobierno de la Defensa, ideó en un plan que consistía en lograr la intervención de Brasil y, simultaneamente, provocarle a Juan Manuel de Rosas, El Restaurador para sus seguidores, una sublevación interior. Para lo primero, el gobierno de Montevideo envió a Río de Janeiro a Andrés Lamas, con plena facultad para negociar. Brasil hizo pagar cara su intervención en el conflcto, obligando a Lamas a firmar cinco ominosos tratados, todos ellos favorables al Imperio.
       Tales tratados, firmados finalmente en la capital carioca el 12 de octubre de 1851 y definidos como una "vergüenza diplomática", son los mismos que el presidente Atanasio Aguirre hiciera quemar, en la plaza pública y delante de todo el pueblo, años más tarde, en 1864. En el de "Límites" se ceden las Misiones Orientales a Brasil. Urquiza, por una "garantía de cumplimiento", del 15 de mayo de 1852, renunció a los derechos argentinos y se adjudica al Imperio de Brasil la plena propiedad de la zona Norte del Chuy, la laguna Merín y el río Yaguarón.
       En el de "Alianza" se "garantiza la nacionalidad oriental", con el derecho de intervención militar brasileña en los conflictos internos uruguayos. En el de "Subsidios" se le entrega dinero al gobierno de la Defensa, que sería reembolsado por el gobierno constitucional al 6% anual y, mientras no se pagase la deuda, Brasil intervendría las finanzas uruguayas "para mejor asegurar la reconstrucción del Estado Oriental."
        Por el de "Comercio y Navegación" los estancieros brasileños con propiedades en el Estado Oriental no pagarían impuestos por la explotación de sus haciendas y quedaban exentos de milicias, contribuciones y requisiciones militares: sería común la navegación de los ríos de la Plata y Uruguay (que no era limítrofe) y no así las aguas limítrofes (laguna Merín o río Yaguarón) que serían exclusivamente brasileñas; la isla Martín García sería "neutralizada". Por el tratado de "Extradición", además de la devolución de criminales, se hacía la de esclavos brasileños fugados al territorio oriental, entregados a simple requisición y sin trámites engorrosos; los esclavos no perdían su condición de tales por el hecho de pisar territorio oriental, no obstante encontrarse abolida la esclavitud en él, y podrían los estancieros brasileños tener en sus estancias uruguayas los esclavos que quisiesen, con régimen servil.

Isla Martín Garcia


ATANASIO AGUIRRE

Político uruguayo de origen vasco. Nació en Montevideo en 1801, hijo de Martín de Aguirre Gaviria, que era nativo de la anteiglesia de Mazmela (Eskoriatza, Gipuzkoa), llegado a la banda Oriental (Uruguay) en el último tercio del siglo XVIII. Falleció en Montevideo en 1875.
Presidió la República Oriental del Uruguay en marzo de 1864 a febrero 1865. Luchó en la guerra de la independencia, como comisario general en 1833. Se vinculó al Partido Blanco, apoyando al presidente Oribe, contra el General Fructuoso Rivera, en 1836 y en la Guerra Grande desde el Cerrito. Fue Diputado por el departamento de Minas (Uruguay) en 1852.
 Siendo colaborador del presidente Juan Francisco Giró, a la caída de éste en 1853 emigró a la Argentina para luego retornar al Uruguay durante la presidencia de Gabriel Pereira, donde pasó a formar la Comisión de Inmigración y Colonización. Siendo diputado por los departamentos de Paysandú (1858), y Salto (1861), se vinculó al presidente Bernardo Berro y fue electo presidente del Senado. Como tal asumió la Presidencia de la República con carácter interino el 1 de marzo de 1864, al terminar el mandato de Berro, en plena guerra civil. En su gobierno se produjo la defensa y caída de Paysandú, así como la fracasada negociación de Paz en Río de Janeiro. En 1865 presenció la quema de los tratados con Brasil firmados por el gobierno de la Defensa y el 15 de febrero de 1865 terminó su mandato interino, entregándole el poder al senador Tomás Villalba. Ese mismo mes entra a Montevideo Venancio Flores y Aguirre se exilia en Paraná (Argentina) para luego retornar en el año 1867.
       



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