viernes, 17 de octubre de 2014

JOSÉ BENITO MONTERROSO

José Benito Silverio Monterroso Bermúdez (Montevideo 1780-1838) fue un sacerdote católico y político de la Banda Oriental de destacada actuación durante la segunda década del siglo XIX, como uno de los más estrechos colaboradores del caudillo José Artigas.

BIOGRAFÍA

Era el mayor de seis hermanos, entre quienes se contaba Ana Monterroso, esposa del general Juan Antonio  Lavalleja. Por el lado de su madre, Juana Paula Bermúdez Artigas, era sobrino segundo del caudillo oriental Artigas. Estudió en Montevieo, con los franciscanos y luego se ordenó sacerdote en Buenos Aires el 30 de julio de 1799.

Se dedicó inicialmente a la docencia y en 1803 asumió la cátedra de filosofía en la Universidad de Córdoba. En 1807, siempre radicado en Córdoba, se hizo cargo de la cátedra de Teología y adquirió un prestigio de ilustre doctor que su actuación política posterior llegaría a borrar casi totalmente (con frecuencia, en los años siguientes, los enemigos de Artigas lo calificaron de inculto y brutal).

En febrero de 1811 se celebró en Buenos Aires un capítulo de la congregación franciscana y Monterroso fue designado lector de sagrada teología.
En 1814 abandonó todos sus cargos y marchó a la Banda Oriental para sumarse a las fuerzas revolucionarias del artiguismo. Varias veces fue reclamado desde el convento franciscano de Buenos Aires, reclamando su obediencia y el regreso al convento; se presume que era llamado por presión del gobierno, como forma de atacar a Artigas, a quien todos los porteños veían como a un enemigo. Fue acusado de apóstata en la prensa en fecha tan temprana como el año 1815, y no hay constancia de que en ningún momento haya actuado en función sacerdotal. Se presume que renunció a su condición; no obstante, esta situación sólo se oficializaría en 1818, cuando abandonó los hábitos y comenzó a convivir con una joven, apodada "la Clarita".

Cuando Miguel Barreiro, hasta entonces secretario del caudillo, marchó a Montevideo en 1815 para hacerse cargo de la gobernación, desde entonces los oficios y documentos de Artigas llevaron el inconfundible sello de su prosa exaltada, llena de expresiones fuertes – retórica única para ese tiempo y considerada, en términos generales, fascinante. La misma cualidad tenía sin duda su persona, según los recuerdos de todos los que en aquellos años le conocieron íntimamente y le trataron; un hombre facundo, muy criollo, interminablemente verborrágico, a quien placía, al caer la tarde, sentarse en el alojamiento de algún amigo para tomar mate y “patriar”, nombre que se deba a los larguísimos monólogos que encantaban a la concurrencia. Ramón de Cáceres recordaba que “las patriadas de Monterroso eran de ocho, diez y hasta doce horas, y en ellas reía, lloraba, pero siempre ameno, no dejaba de interesar y no nos cansaba con sus vistas”.

Se le atribuye la redacción del famoso oficio de Artigas al Cabildo Gobernador de Montevideo, por el que se atacaba al lenguaje más violento “el influjo de los curas y cuánto por este medio adelantó Buenos Aires para entronizar el despotismo” y se ordenaba la expulsión de varios sacerdotes considerándolos porteñistas, al tiempo que se pedía su sustitución por “sacerdotes patricios si los hay, y si no los hay, esperemos que vengan, y si no vienen, acaso con ello seremos doblemente felices”. Este documento molesta indeciblemente a Dámaso Antonio Larrañaga, que no olvida ni su texto ni su autor. Monterroso estaba sin duda fascinado por la figura de Artigas y lo acompaña en los momentos finales de la derrota.

 
Expulsión de los jesuitas de Montevideo. 
¡ Vayánse con sus amigos los gauchos! 

Al producirse la situación de guerra entre el caudillo oriental y el entrerriano Francisco Ramírez, Monterroso acompañó al caudillo oriental hasta que cayó prisionero de este último, en Cayó prisionero en Ábalosprovincia de Corrientes. Ya no volvió a ver a Artigas. Permaneció preso hasta después de que Artigas se refugiara en Paraguay, cuando Ramírez lo puso en libertad con la condición de que le sirviera de secretario. Sirvió fielmente a Ramírez, como había servido a Artigas, y de su pluma salió la versión final de la constitución de la República de Entre Ríos.

En 1821 acompañó a Ramírez en su campaña sobre Santa Fe y Córdoba, y fue tomado prisionero por fuerzas santiagueñas al día siguiente de su derrota final en Río Seco. Pasó bastante tiempo prisionero del caudillo santiagueño Ibarra. En Manogasta se encontró con el general José María Paz, quien lo trató con gran respeto, y lo describió sin sotana, con espada al cinto y habiéndose dejado cerrar la tonsura.

Una crisis política en Santiago del Estero le permitió huir, y pasó al territorio de Chile, donde se dedicó a la minería; se dijo que llegó a ser bastante rico.

En 1834 había logrado reunir dinero y se embarcó en Valparaíso rumbo a Montevideo, con documentación falsa. Llegó al puerto oriental y allí fue descubierta su verdadera identidad, tras lo cual se le detuvo y se le dio por cárcel el convento de los franciscanos. De allí escapó al poco tiempo, pero fue detenido nuevamente y puesto esta vez en la cárcel de la Ciudaduela.

El entonces ministro de Gobierno, Lucas Obes, lo acusaba de estar en connivencia con Juan Antonio Lavalleja, el cual estaba proscripto por haberse alzado contra la presidencia de Fructuoso Rivera. Finalmente se lo sacaron de encima deportándolo a Europa.

Monterroso se presentó ante la curia romana, intentando reparar su condición de sacerdote apóstata y logró que lo reconociera como cura seglar estando en Marsella, Francia. Siempre pretendiendo regresar a su patria, se embarcó en Gibraltar y recaló en Río de Janeiro, desde donde escribió a su primo Miguel Barreiro, pidiéndole que usara su influencia para permitirle volver sin consecuencias.

En diciembre de 1836 desembarcó en Montevideo, pero el entonces vicario apostólico, Dámaso Antonio Larrañaga, en la cima de su poder eclesiástico, le exigió al presidente Manuel Oribe que lo expulsara. O, en su defecto, que lo volviera a internar en el convento de los franciscanos. El presidente resistió las lógicas presiones de Larrañaga, pero Monterroso logró demostrar a las autoridades eclesiásticas que su situación de apostasía había sido reparada ante la Iglesia y logró por fin su libertad. Pasó los últimos años de su vida en Montevideo, haciendo esfuerzos para reivindicar la memoria de Artigas, y falleció el 10 de marzo de 1838.

Ilustración de Hequet que muestra a Artigas dictando a su secretario José Monterroso las Instrucciones del año XIII.
Dibujo del pintor Diógenes Hecquet (1866-1902) en el que José Gervasio Artigas dicta a su secretario José Monterroso.

lunes, 13 de octubre de 2014

PRESIDENTES DEL URUGUAY: CARLOS ANAYA (VII) ( 24 de octubre de 1834 - 1 de marzo de 1835)

Carlos Anaya López Camelo (San Pedro, Provincia de Buenos Aires, 4 de  noviembre de 1777 - Montevideo, 1862), militar , historiador y político uruguayo de origen bonaerense. Presidente de la República (interino) entre 1834 y 1835.

BIOGRAFÍA

En 1797 se radicó en la Banda Oriental. Adherente a la Revolución Oriental iniciada en 1811, participó como oficial en el Combate de San José y la Batalla de Las Piedras. Se unió al sitio de Montevideo y participó en la Batalla de Cerrito.
Fue uno de los diputados del Congreso de Tres Cruces y se identificaba con José Artigas, el fundador del federalismo en las Provincias Unidas del Río de la Plata. Fue uno de los autores de las instrucciones a los diputados orientales a la Asamblea del Año XIII, que provocaron la ruptura con el Directorio
Figuró en la plana mayor del ejército de Artigas y participó también de la administración de la Provincia Oriental (1815 - 1817). Prisionero durante la Invasión Luso-Brasileña, fue pronto liberado. A principios de 1820, después de la derrota en la Batalla de Tacuarembó, pasó a la Provincia de Entre Ríos. Separado de Artigas, regresó a Buenos Aires, donde se dedicó a actividades comerciales.
En 1825 apoyó la Cruzada Libertadora de los Treinta y Tres Orientales dirigida por Juan Antonio Lavalleja contra el Imperio del Brasil. Fue uno diputados de la Asamblea de la Florida y fue el autor de la ley que anexaba la Provincia Oriental a las Provincias Unidas del Río de la Plata, independizándola del Brasil, el 25 de agosto de 1825. El gobernador Lavalleja lo nombró su ministro de hacienda.
Senador desde 1832 a 1838, ejerció el Poder Ejecutivo interinamente entre la finalización del período de Fructuoso Rivera, el 24 de octubre de 1834, y la elección de Manuel Oribe, el 1 de marzo de 1835. Apoyó a este último durante su presidencia y se exilió en Buenos Aires en 1838. Residió en esa ciudad durante casi siete años. Regresó al Uruguay en 1845 y ejerció como presidente de la Cámara de Apelaciones del Gobierno del Cerrito durante el Sitio de Montevideo
Se retiró definitivamente de toda actuación pública en 1851, y dejó escrita una "Memoria biográfica" y unas "Apuntaciones históricas sobre la Revolución oriental".

martes, 7 de octubre de 2014

PRESIDENTES DEL URUGUAY: FRUCTUOSO RIVERA (VI) 6 de noviembre de 1830 - 24 de octubre de 1834

José Fructuoso Rivera y Toscana (Durazno17 de octubre de 1784 - Melo13 de enero de 1854), militar y político de Uruguay. Fue el primer presidente constitucional, luego de diversas participaciones en las luchas independentistas. Fundador del Partido Colorado

Primer presidente del Estado Oriental del Uruguay

Tras su regreso a la Banda Oriental, Rivera fue nombrado Comandante de Campaña. Contaba a su favor con el prestigio ganado en la breve campaña, mientras Lavalleja cargaba con el desgaste de su larga gobernación y su comandancia del ejército, además del desprestigio causado por el golpe de estado de fines de 1827, por el que había eliminado la influencia del partido del caído presidente Rivadavia. Se aseguró la lealtad de los jefes de departamento del interior y la alianza de los dirigentes de Montevideo que habían sido partidarios de Lecor. En las elecciones de agosto de 1830 logró una cantidad de representantes en ambas cámaras legislativas de Uruguay suficiente para que lo proclamaran, en octubre de ese año como Presidente triunfando de este modo sobre la candidatura de Lavalleja. Asumió dicho cargo el 6 de noviembre de ese año.
Durante este primer período de gobierno enfrentó los graves problemas de un Estado naciente con instrumentos inadecuados para resolverlos. El primer problema al que debió enfrentarse es que el Estado carecía de eficacia a nivel de la Administración Pública; había organismos por crear, funciones por atribuir, responsabilidades por delegar, sumado a la falta de personas capacitadas para desarrollar tareas de gobierno. En segundo lugar, el nuevo Estado debía prestar atención preferentemente a sus relaciones internacionales. Era necesario perfeccionar la independencia con un tratado que reemplazara la Convención Preliminar de Paz y era primordial la fijación con precisión de los peligrosamente indefinidos límites con Brasil. En tercer lugar, el Estado ya nacía con deudas.
El caudillo no era hombre de Estado, ni entendía de problemas de administración. Su fuerza radicaba en la vinculación personal con la gente de campo, por lo que gobernó el interior recorriéndolo una y otra vez, abandonando el poder formal del Estado en manos del grupo que sería conocido como "Los cinco hermanos", dirigido por Lucas Obes, al que también pertenecían Nicolás Herrera, Julián Alvarez, Jaun Andrés Gelly y José Ellauri con quienes también colaboró Santiago Vázquez. Éstos intentaron establecer una organización estatal por medio de recursos formales (Leyes y decretos), pero el país real escapaba a su voluntad porque carecía de fuerza política para imponerla. El resultado fue desorden y lentitud en la organización administrativa del naciente Estado.
La política llevada adelante por los ministros de Rivera fue oligárquica, librecambista y orientada a favorecer los intereses del puerto. Su gobierno reconstruyó el puerto de Montevideo, emitió la primera moneda del país, vendió tierras fiscales en gran cantidad, fundó la Escuela Normal de Montevideo, pero sólo tuvo tres escuelas primarias funcionando, todas ellas en Montevideo. Su gobierno fue, en términos generales, muy mal administrador, y viciado de corrupción. Sus ministros y amigos sea apoderaron de los bienes públicos, y el propio Presidente derrochó los fondos públicos para formar una abundante clientela electoral. También autorizó la entrada de esclavos negros, prohibida por la Constitución, bajo el eufemismo de "colonos sometidos a patronato".

Gobierno de Oribe

Bandera usada por los colorados de Fructuoso Rivera durante la Guerra Grande, como los unitarios porteños utilizaba el celeste desleído, en oposición al azul de los federales.
Oribe se encontró con un tesoro nacional exhausto, un notable desorden administrativo y el interior del país en manos de su oponente. De modo que el presidente inició investigaciones por las irregularidades cometidas por la administración anterior, en las cuales se vieron envueltos los más destacados partidarios de Rivera.
Para empeorar las cosas, se inició la revolución de los farrapos en el sur del Brasil, con el resultado de que los derrotados de ambos bandos huían hacia el Uruguay. Inicialmente Rivera prestaba apoyo al general riograndense Bentos Manuel Ribeiro, su antiguo compañero en la Cisplatina, de modo que Oribe se vio obligado a quitarle su poder militar, para no atraerse represalias de parte del Imperio brasileño.
De modo que Oribe suprimió la comandancia de campaña. Falto de tacto, indultó a los partidarios de Lavalleja que Rivera había castigado, y después de algún tiempo repuso la comandancia de campaña, pero nombrando para el cargo a su hermano  Ignacio Oribe.
Interpretando todos estos hechos como ataques en su contra, en julio de 1836 Rivera inició una revolución contra el presidente Oribe. Apenas un mes más tarde, el presidente Oribe lo derrotó en la Batalla de Carpintería, obligándolo a huir hacia Porto Alegre. Fue en esa batalla que se utilizaron por primera vez las divisas blancas para Oribe y rojas para Rivera, dando lugar a la fundación del Partido Blanco (renombrado como Partido Nacional en 1872) y el Partido Colorado, de los cuales estos dos personajes son considerados fundadores. Estos son los llamados Partidos Tradicionales en Uruguay, y siguen existiendo hasta la fecha.
Desde allí regresó con gran apoyo brasileño, y llevando como oficiales a muchos militares argentinos pertenecientes al Partido Unitario, entre ellos el general Juan Lavalle. Durante varios meses la guerra continuó indecisa, pero a mediados de 1838 Rivera traicionó al riograndense Bentos Manuel Ribeiro y así abandonó a los farrapos para así Rivera aliarse nuevamente al emperador brasileño. Por su parte, Oribe negó el permiso a la escuadra francesa durante el conflicto entre ese país y el gobernador porteño Juan Manuel de Rosas. De todos modos, la flota francesa bloqueó el Río de la Plata, incluyendo al puerto de Montevideo.
En esas circunstancias, Rivera obtuvo el triunfo en la Batalla de Palmar sobre Ignacio Oribe, gracias a la conducción en combate del porteño Juan Galo Lavalle que era uno de los aliados y apoyos que tenía Rivera. Las fuerzas de Rivera controlaron todo el interior del país y sitiaron Montevideo. Con la capital sitiada y el puerto bloqueado – e incluso bajo amenaza francesa de bombardear la ciudad – Oribe presentó la renuncia a la presidencia, aunque se reservó el derecho de reclamar contra la imposición violenta de la misma. A continuación se retiró a Buenos Aires, donde el gobernador lo recibió como al presidente constitucional del Uruguay. En esa época, Rosas le puso el mote de "pardejón", que no era un gesto racista, sino que se refería a un tipo de mulo salvaje y difícil de amansar.

PRESIDENTES DEL URUGUAY: LUIS EDUARDO PÉREZ ( V ) 24 de octubre de 1830- 6 de noviembre de 1830

Luis Eduardo Pérez Pagola (MontevideoGobernación del Río de la Plata, 1774 - MontevideoUruguay, 30 de agosto de 1841), político uruguayoPresidente de la República (interino) entre el 24 de octubre de 1830 y el 6 de noviembre del mismo año.
 Fue integrante de la Asamblea Constituyente encargada de redactar la primera constitución del Uruguay. En las primeras elecciones que tuvo Uruguay fue electo presidente del senado en la que fue la primera legislatura de esa cámara. Como tal, ejerció la presidencia interina de la república durante un breve período, desde el comienzo de la vida democrática del país hasta que se dio la asunción del que había sido electo primer presidente constitucional, Fructuoso Rivera.