José Fructuoso Rivera y Toscana (Durazno,17 de octubre de 1784 - Melo, 13 de enero de 1854), militar y político de Uruguay. Fue el primer presidente constitucional, luego de diversas participaciones en las luchas independentistas. Fundador del Partido Colorado.
LOS TREINTA Y TRES ORIENTALES
En 1825 se produjo la gesta de los Treinta y Tres Orientales bajo el mando de Juan Antonio Lavalleja quienes, en lo que se conoce como la Cruzada Libertadora, desembarcaron en la playa de la Agraciada el 19 de abril de ese año. El 29 de Abril Lavalleja y Rivera se habrían encontrado en un rancho en las cercanías del arroyo Monzón, ubicado en el actual departamento de Soriano. Allí se habría producido un abrazo entre ambos caudillos para sellar su unión en la lucha independentista contra las fuerzas brasileñas.
Existe controversia sobre la veracidad del abrazo entre Lavalleja y Rivera. Rivera, al servicio de Brasil y al mando de setenta hombres, habría ido a enfrentar a Lavalleja en las inmediaciones del arroyo Monzón. Pero éste habría sido capturado por los patriotas al mando de Lavalleja, quien le habría ofrecido sumarse a los revolucionarios bajo amenaza de ser fusilado.
El general José Brito del Pino en su "Diario de la Guerra del Brasil", escrito durante esa campaña, expresó: "Se pudo ir (Rivera) al galope y cuando llegó, recién se apercibió de su engaño y de que se hallaba prisionero de los mismos que iba a combatir. Como al verlo todos desnudaron sus espadas, creyó que iba a ser muerto y lleno de terror le dijo a Lavalleja: "Compadre, no me deje Ud. asesinar".
Fue entonces que las fuerzas acaudilladas por Rivera se incorporaron a las fuerzas patriotas comandadas por Lavalleja y por el después general Julián Laguna.
La incorporación de Rivera constituyó un hecho fundamental para el éxito de la campaña, debido a su enorme prestigio, lo que determinó que el alzamiento contra la dominación brasileña se generalizara en todo el territorio de la Banda Oriental. En pocos días, la expedición ya contaba con varios miles de partidarios. El Congreso de La Florida declaró el día 25 de agosto, declaró la independencia de la Banda Oriental y su unión
"...con las demás Provincias Argentinas a que siempre perteneció."
El 4 de septiembre, Rivera fue derrotado por Bentos Manuel Ribeiro , el jefe de la caballería "gaúcha" de Río Grande del Sur, futuro jefe de la revolución antiimperial de los farrapos, pero el 14 de septiembre logró el desquite en la Batalla del Rincón, en que derrotó al coronel José Luís Mena Barreto (padre), que resultó muerto. El 20 de octubre, unidas las fuerzas de Lavalleja y Rivera, lograron la decisiva victoria en la Batalla de Sarandí sobre el coronel Ribeiro. De este modo se cerró el sitio sobre Montevideo.
Las victorias de Lavalleja y Rivera entusiasmaron a la opinión pública de Buenos Aires y del interior, de modo que en diciembre, el Congreso de las Provincias Unidas proclamó la reincorporación de la Provincia Oriental. Esto causó la declaración de guerra de parte del Emperador, dándose comienzo a la Guerra del Brasil. El Congreso respondió con otra declaración de guerra y reunificó al país, eligiendo como primer presidente del mismo a Bernardino Rivadavia; éste se dedicó a organizar un ejército capaz de enfrentar al brasileño.
A principios de 1826, por orden del comandante militar nombrado por Rivadavia – el general Martín Rodríguez – Rivera atacó por segunda vez a Ribeiro. Pero esta vez se negó a capturar a los fugitivos, y cuando Rodríguez le ordenó perseguirlo hasta el río Cuareim, tampoco obedeció la orden, e incluso dio aviso al jefe enemigo. El 17 de junio, por exigencia de Lavalleja, Rodríguez arrestó a Rivera y lo envió a Buenos Aires, informando de lo sucedido. El presidente ordenó arrestar a Rivera, pero en el mes de septiembre, éste escapó hacia Santa Fe, donde se puso bajo la protección del gobernador Estanislao López.
LA CAMPAÑA DE LAS MISIONES ORIENTALES.
Durante el período más álgido de la Guerra del Brasil, Rivera permaneció inactivo en Santa Fe. Mientras la guerra terrestre era ampliamente favorable a las Provincias Unidas – que sancionaron una Constitución que cambiaba su nombre oficial por el de República Argentina – la guerra naval, pese a las victorias del comandante argentino Guillermo Brown causaba graves daños a la economía de Buenos Aires, por el estricto bloqueo naval a que era sometido el Río de la Plata.
De modo que el presidente Rivadavia decidió ceder a las presiones de Gran Bretaña para que declarara la independencia del territorio en disputa. Para ello envió a Manuel José García a Río de Janeiro, donde éste excedió sus instrucciones y firmó una Convención Preliminar de Paz, por la que la Argentina renunciaba a la soberanía sobre la Banda Oriental. El tratado, aunque fue rechazado, causó la caída de Rivadavia. En su lugar, el nuevo gobernador de Buenos Aires, Manuel Dorrego, asumió únicamente este título, al que adosó el de Encargado de las Relaciones Exteriores dela República Argentina. En tal carácter decidió continuar la guerra.
Pero la situación económica de la provincia de Buenos Aires era crítica, y las demás provincias estaban muy resentidas con los sucesivos gobiernos porteños, por lo que no prestaron ayuda alguna. De modo que Dorrego buscó alguna medida extraordinaria que le permitiera volver a tomar la iniciativa.
Un tratado firmado entre Dorrego y Estanislao López anunciaba un acuerdo para llevar adelante un plan ideado al parecer por López, que Rivera había hecho suyo e informado del mismo al gobernador porteño:
"...levantar una fuerza militar que ocupe los pueblos de las Misiones Orientales, que existen en poder del tirano del Brasil."
El general Lavalleja, efe del Ejército republicano, rechazó por completo estos planes, especialmente por la participación de Rivera en los mismos.
Rivera fue enviado como avanzada a la provincia de Entre Ríos, pero fracasó en reunir voluntarios en ese territorio, por lo que en febrero de 1828 se trasladó a la Provincia Oriental. Lavalleja ordenó a su segundo – el general Manuel Oribe – perseguir a Rivera, pero éste tuvo tiempo de reunir unos 400 hombres, con los cuales marchó rápidamente hacia el norte. El 20 de abril, esquivando a Oribe, Rivera cruzó el río Ibicuí y comenzó la invasión de las Misiones Orientales.
Tras una serie de combates menores, Rivera logró conquistar las Misiones Orientales; Estanislao López quiso ponerse al mando de la campaña, pero, rechazado por Rivera, terminó por regresar a Santa Fe. Dejó a órdenes de Rivera las tropas correntinas del comandante López Chico, con lo que el jefe oriental logró reunir alrededor de 1.000 hombres. A fines de mayo ocupaba todo el antiguo territorio de las Misiones Orientales.
Rivera asumió el mando político, pero apenas pudo hacer algo más que proclamar la autonomía de su provincia. Los brasileños, temiendo un ataque a Porto Alegre, se mantuvieron a la defensiva.
Mientras tanto, presionado por el bloqueo y su propia precaria situación económica, Dorrego accedió finalmente a firmar la paz con el Brasil, con la condición de que la Banda Oriental fuera un estado independiente. El Emperador terminó por acceder a las mismas condiciones para la paz, pero exigió a cambio la retirada de Rivera y el reconocimiento de su soberanía sobre las Misiones Orientales. El asunto de las Misiones ni siquiera fue considerado en la Convención Preliminar de Paz firmada el 27 de agosto.
De modo que Rivera inició la marcha hacia el sur en el mes de noviembre. Arreando todo el ganado disponible, llevando consigo a toda la población indígena y todos los bienes que pudieron transportar, llevó la población de las Misiones hasta la margen sur del río Cuareim. Por un acuerdo con el mariscal Barreto, encargado de custodiar su retirada, Rivera logró ser autorizado a establecerse sobre ese río, en lo que resultó el antecedente para la futura fijación en el mismo del límite norte de la República Oriental del Uruguay.
Rivera estableció a los exiliados en una villa que llamó Santa Rosa del Cuareim, pero que desde entonces fue conocida como Bella Unión. El territorio al norte del Cuareim fue incorporado a la Provincia de Río Grande de Sao Pedro.
Bernardino Rivadavia
Primer presidente del Estado Oriental del Uruguay
Tras su regreso a la Banda Oriental, Rivera fue nombrado Comandante de Campaña. Contaba a su favor con el prestigio ganado en la breve campaña, mientras Lavalleja cargaba con el desgaste de su larga gobernación y su comandancia del ejército, además del desprestigio causado por el golpe de estado de fines de 1827, por el que había eliminado la influencia del partido del caído presidente Rivadavia. Se aseguró la lealtad de los jefes de departamento del interior y la alianza de los dirigentes de Montevideo que habían sido partidarios de Lecor. En las elecciones de agosto de 1830 logró una cantidad de representantes en ambas cámaras legislativas de Uruguay suficiente para que lo proclamaran, en octubre de ese año como Presidente triunfando de este modo sobre la candidatura de Lavalleja. Asumió dicho cargo el 6 de noviembre de ese año.
Durante este primer período de gobierno enfrentó los graves problemas de un Estado naciente con instrumentos inadecuados para resolverlos. El primer problema al que debió enfrentarse es que el Estado carecía de eficacia a nivel de la Administración Pública; había organismos por crear, funciones por atribuir, responsabilidades por delegar, sumado a la falta de personas capacitadas para desarrollar tareas de gobierno. En segundo lugar, el nuevo Estado debía prestar atención preferentemente a sus relaciones internacionales. Era necesario perfeccionar la independencia con un tratado que reemplazara la Convención Preliminar de Paz y era primordial la fijación con precisión de los peligrosamente indefinidos límites con Brasil. En tercer lugar, el Estado ya nacía con deudas.
El caudillo no era hombre de Estado, ni entendía de problemas de administración. Su fuerza radicaba en la vinculación personal con la gente de campo, por lo que gobernó el interior recorriéndolo una y otra vez, abandonando el poder formal del Estado en manos del grupo que sería conocido como "Los cinco hermanos", dirigido por Lucas Obes, al que también pertenecían Nicolás Herrera, Julián Álvarez, Juan Andrés Gelly y José Ellauri con quienes también colaboró Santiago Vázquez. Éstos intentaron establecer una organización estatal por medio de recursos formales (leyes y decretos), pero el país real escapaba a su voluntad porque carecía de fuerza política para imponerla. El resultado fue desorden y lentitud en la organización administrativa del naciente Estado.
La política llevada adelante por los ministros de Rivera fue oligárquica, librecambista y orientada a favorecer los intereses del puerto. Su gobierno reconstruyó el puerto de Montevideo, emitió la primera moneda del país, vendió tierras fiscales en gran cantidad, fundó la Escuela Normal de Montevideo, pero sólo tuvo tres escuelas primarias funcionando, todas ellas en Montevideo. Su gobierno fue, en términos generales, muy mal administrador, y viciado de corrupción. Sus ministros y amigos sea apoderaron de los bienes públicos, y el propio Presidente derrochó los fondos públicos para formar una abundante clientela electoral. También autorizó la entrada de esclavos negros, prohibida por la Constitución, bajo el eufemismo de "colonos sometidos a patronato".
Fructuoso Rivera a caballo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario