MI TAPERA
Entre los pastos tirada
como una prenda perdida,
en el silencio escondida
como caricia robada,
completamente rodeada
por el cardo y la flechilla
que, como larga golilla,
van bajando a la ladera,
está una triste tapera
descansando en la cuchilla
Allí, en ese suelo, fue
donde mi rancho se alzaba,
donde contento jugaba,
donde a vivir empecé,
donde cantando ensillé
mil veces el pingo mío,
en esas horas de frío
en que la mañana llora
cuando se moja la aurora
con el vapor del rocío.
Donde mi vida pasaba
entre goces verdaderos,
donde en los años primeros
satisfecho retozaba,
donde el ombú conversaba
con la calandria cantora,
donde noche seductora
cuidó el sueño de mi cuna
con un beso de la luna
sobre el techo de totora.
Donde resurgen valientes,
mezcladas con los terrones,
las rosadas ilusiones
de mis horas inocentes;
donde delirios sonrientes
brotar a millares vi,
donde palpitar sentí
llenas de afecto profundo,
cosas chicas para el mundo
pero grandes para mí.
Donde el aire perfumado
está de risas escrito,
y donde en cada pastito
hay un recuerdo clavado;
tapera que mi pasado,
con colores de amapola,
entusiasmado enarbola,
y que siempre que la miro
dejo sobre ella un suspiro
para que no esté tan sola.
Elías Regules
DE «LOS GAUCHITOS»
Entre circular guirnalda
se destaca el suelo agreste
y un manto de tul celeste
cubre la verde esmeralda.
Desde la cumbre a la falda
corre un hilo cristalino,
y el valiente torbellino
rodando con gentileza
rompe la dura maleza
del terreno campesino.
El arroyo descuidado
moja jugando la orilla,
donde bebe el coronilla
y el sarandí colorado.
Como concierto soñado
en la selva virginal,
alegran el pajonal
los gritos del terutero,
los redobles del jilguero
y las quejas del zorzal.
De invisible surtidor
y en cunita perfumada,
al cortar una mirada
nace sonriente el amor.
Titánico, seductor,
gasta tímido lenguaje,
pero es de noble linaje,
amor delirante y ciego,
amor de vida, de fuego,
con ribetes de salvaje.
Esa es la tierra tendida
desde el Uruguay al Plata
que su bandera desatada
orgullosa y atrevida.
Esa es la tierra querida
con cariño colosal,
es la tierra celestial
que adoro con frenesí,
la tierra en que yo nací
el lindo suelo oriental.
Elías Regules
DE «EL ENTENAO»
Soy el criollo americano
de este pedazo de cielo,
soy el hijo de este suelo,
soy el alegre paisano.
Soy el gaucho campechano
de alma noble y corazón,
que pasiando en redomón,
echo pa atrás y muy ancho,
vivo feliz en mi rancho
hecho de paja y terrón.
Soy el de la cara tostada
que haciendo sonar el basto,
voy acariciando el pasto
y pasando la cañada.
Soy el de juerte mirada,
soy el duro pa morir,
el condenado a vivir
entre sauces y totora,
soy el gaucho que no llora
pero que sabe sentir.
Soy el risueño cantor
que a la música escuchando,
voy con sonrisas cantando
lo más lindo y lo mejor.
Soy también el payador
del lastimero cielito
que el compás de un estilito,
en horas negras, sin calma,
saca una pena del alma
y la tira al infinito.
Soy el taita que retruca
generoso y altanero,
el que saluda al pampero
con el sombrero en la nuca,
el que peliando se educa,
y apriende a golpe y revés,
el perseguido del Juez,
el entenao de esta tierra,
que es el primero en la guerra
pa ser último después.
Elías Regules
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